20130930

Despedida.

Vi cómo te alejabas.
Tu barco zarpó, cruzando al otro lado
en la inmensa noche fría, que abrazaba
con su lluvia envolvente de melancolía.

No pude más que saludarte con la mano,
desde lejos, sin siquiera me veas,
 por la neblina. Y dejar mis lágrimas caer.
Sabiendo que allí se iba un barco repleto
de ideales con los que me gustaba platicar
durante horas, en cualquier lugar.

Se fueron de mí, esos labios, mujer.
Los labios que decian de la forma más dulce
lo que fuera. Esos ojos, transparentes de mirada
muy cálida, que daba gusto tener en frente.
Ese rostro que podría haberme quedado
durante horas enteras contemplándolo.

Sólo queda preguntarme, ¿por qué no te corrí?
Pienso y repienso, ese último abrazo que no te daré
y esa espalda, tu bonita espalda tambaleandose en el muelle
titiritando de frío. Como si a gritos me pidiese
que no me quede mirando, que valla a acariciarla
una última vez.

Ay mujer, me dejas en un cielo sin estrellas
y sin tí, mi luz incandecente.