Es el desgaste del nunca acabar, del no estar así ni asá, de la indefinición acostumbrados a ese maldito protocolo de que todo tiene un nombre, tiene un por qué, tiene una causa y una causalidad.
Es un final porque sí, se terminó, ya no somos más nosotros dos, pero inconcluso y sin fin porque sin embargo actuamos desafiando a todo lo que vendrá, fue y es, como si todavía existiésemos.
Como dos seres que se aman con locura, con pasión y sinceramente, pero que no pueden estar juntos, con impedimentos inexistentes que solo nosotros conocemos en lo más profundo de nosotros y escondidos a los ajenos, como si nada hubiese terminado en cierto modo y a la vez como que ya es completamente definitivo.
Estamos en el medio, en el nunca acabar, en lo indefinido queriendo llegar más allá de cualquier cosa que no seamos nosotros y nuestro sentimiento. No somos, pero sí, el sentimiento está y sigue, y ambos nos rehusamos a mentirnos diciendo que no queremos vernos. Y a su vez, buscando nuevos horizontes a cruzar y tierras desconocidas a conquistar, con cautela y sin profundidad, para así poder volver a casa a tiempo.
Escapando de las rutinas ya pisadas, pero encontrando otras..
Atrapados en la lejanía de lo que será y escondidos en lo que es. Viviendo el minuto a minuto, matando el segundo a segundo y cada mirada matándome.
Cómo puede ser que las palabras más dulces como un panal de abejas rebalsando de miel, se conviertan en un iceberg enfrentándose con la realidad que las acapara. Me endulzan, sí que lo hacen. Pero cuando quedan resonando y caigo a tierra, son una apuñalada directo al corazón con una estalactita, estallando este en miles de pedazos congelados. Aunque nosotros no, no sentimos eso. Somos inmunes al malestar de esta situación porque vivimos el momento, lo que sentimos acá y ahora, sin depender de esa lejanía del mañana en el que nos volvamos a encontrar. Asi que, sólo me queda guardar mis lágrimas, mis reproches y quizá hasta alguna caricia, tocarte sólo lo suficiente, para mirarte sonriente y hacerte saber pese a todo seguís guardado en mí.
Quizá sigo en busca de la magia que parece extraviada. Sé que solo está agoviada y en estado se shock, pero que está, que ya la encontré. Es una búsqueda en vano, simulando esquivarte y no querer encontrarte.
¿Por qué será que a lo largo de todo lo que pasamos, todo sigue y terminó? Es que es muy rápido como para sacar conclusiones. Pero quizá va mucho más allá de todo eso y sea por cuestiones de que lo que nos une es mucho más fuerte que cualquier emoción o sentimiento que podamos encontrar en una noche, en otro desconocido. Aunque también puede ser que por el acostumbramiento y lo repentino de todo esto sea así, sólo por ahora, y entonces volvemos a la eterna preocupación secreta del lejano mañana en el que te vuelva a tener.
Es un final porque sí, se terminó, ya no somos más nosotros dos, pero inconcluso y sin fin porque sin embargo actuamos desafiando a todo lo que vendrá, fue y es, como si todavía existiésemos.
Como dos seres que se aman con locura, con pasión y sinceramente, pero que no pueden estar juntos, con impedimentos inexistentes que solo nosotros conocemos en lo más profundo de nosotros y escondidos a los ajenos, como si nada hubiese terminado en cierto modo y a la vez como que ya es completamente definitivo.
Estamos en el medio, en el nunca acabar, en lo indefinido queriendo llegar más allá de cualquier cosa que no seamos nosotros y nuestro sentimiento. No somos, pero sí, el sentimiento está y sigue, y ambos nos rehusamos a mentirnos diciendo que no queremos vernos. Y a su vez, buscando nuevos horizontes a cruzar y tierras desconocidas a conquistar, con cautela y sin profundidad, para así poder volver a casa a tiempo.
Escapando de las rutinas ya pisadas, pero encontrando otras..
Atrapados en la lejanía de lo que será y escondidos en lo que es. Viviendo el minuto a minuto, matando el segundo a segundo y cada mirada matándome.
Cómo puede ser que las palabras más dulces como un panal de abejas rebalsando de miel, se conviertan en un iceberg enfrentándose con la realidad que las acapara. Me endulzan, sí que lo hacen. Pero cuando quedan resonando y caigo a tierra, son una apuñalada directo al corazón con una estalactita, estallando este en miles de pedazos congelados. Aunque nosotros no, no sentimos eso. Somos inmunes al malestar de esta situación porque vivimos el momento, lo que sentimos acá y ahora, sin depender de esa lejanía del mañana en el que nos volvamos a encontrar. Asi que, sólo me queda guardar mis lágrimas, mis reproches y quizá hasta alguna caricia, tocarte sólo lo suficiente, para mirarte sonriente y hacerte saber pese a todo seguís guardado en mí.
Quizá sigo en busca de la magia que parece extraviada. Sé que solo está agoviada y en estado se shock, pero que está, que ya la encontré. Es una búsqueda en vano, simulando esquivarte y no querer encontrarte.
¿Por qué será que a lo largo de todo lo que pasamos, todo sigue y terminó? Es que es muy rápido como para sacar conclusiones. Pero quizá va mucho más allá de todo eso y sea por cuestiones de que lo que nos une es mucho más fuerte que cualquier emoción o sentimiento que podamos encontrar en una noche, en otro desconocido. Aunque también puede ser que por el acostumbramiento y lo repentino de todo esto sea así, sólo por ahora, y entonces volvemos a la eterna preocupación secreta del lejano mañana en el que te vuelva a tener.