Salí a caminar por primera vez en toda mi vida entera y a ver por mis propios ojos, a explorar, a observar, a sentir y conocer, lo que es y se siente formar parte de este mundo. Nunca antes habia experimentado esto, era una nueva sensación para mi, estaba completamente emocionado, los nervios se me pusieron de punta, los dedos mis pies se tambaleaban de ansiedad haciendome desestabilizarme mientras abría la puerta para salir.
Toda mi vida encerrado, hoy por primera vez conoceria lo que es ver el cielo, escuchar y ver un pájaro cantar, oler el caño de escape de un auto y toser con el de los colectivos.
Salí con una sonrisa dibujada de oreja a oreja. Iba caminando cabeza arriva, mirando el celeste cielo con sus nubes de algodón y las puntas de los edificios con sus detallitos decorativos. Colores me llenaban los ojos, me invadian hasta los dientes y las uñas, veia mil colores por todos lados. Depronto bajé un poco la mirada y me encontré con balcones y más balcones, de todas formas y tamaños, algunos con plantas, otros con perros, con juguetes de niñitos, o con personas tomando mates. Seguí agachando más la cabeza y empezé a toparme con las miradas de las personas. Seguía súmamente conmosionado y con mi sonrisota dibujada, parecía hecha con marcador indeleble a prueba de fuertes lluvias y ventiscas, que no iría con nada.
Las personas cuando chocaban con mi mirada, algunas se intimidaban y rápidamente desviaban sus ojos, otros la mantenían desafiante, otros sin pestañar un solo paso, mientras que otros pestañaban tiernamente sin parar. Me di cuenta que la sensación más frecuente que causaba era la de ser un poco invasivo. También a esta altura del panorama pude ver a mi alrededor autos, colectivos, bicicletas, camiones, y muchos carteles y negocios por las calles. Luego baje más mi mirada y llegué a verles los pies a las personas, todos de aqui y para allá, era desesperadamente maravilloso. Era tan improvisado y tan cordinado. Era toda una hazaña, y seguía siendo terriblemente colorido todo, con sus pantalones, piernas, zapatos, ojotas, sandalias, tacos y hasta algunos descalsos ; aunque a veces pasaba por correntadas de hombres con sus pantalones de trajes negros y admito que se me oscurecía la vista del paisaje. Más tarde baje más la mirada y llegué a verme mis propios pies, y ahí estaban rodeados de tantos otros dirigiendose a algún incierto lugar quizá como tantos miles de otros, y sofocados de las sombras que los atocigaban de las personas a mi alrededor.
Seguí así por varias cuadras, en vez de semáforos me guiaba por las sombras de los pies, y así llegué. Llegué a algun lugar, no sé a donde. Era de noche y habia oscurecido, decidi levantar mi vista y me encontre con las estrellas y la luna.
Sin tener ni la más mínima idea de a dónde mierda estaba, me sumergí poco a poco entre mis sueños y desaparecí.